Ruta a pie por París: Un paseo histórico junto al Sena (parte 2)
Bienvenidos a la segunda parte de nuestra ruta a pie por París. Si disfrutaste la primera parte, prepárate para sumergirte aún más en la magia de esta ciudad. Esta ruta te llevará por algunos de los lugares más artísticos e históricos de la capital francesa. No olvides echar un vistazo a la introducción y la primera parte si te las perdiste. ¡Vamos allá!

11 – Puente de las Artes: El Puente de los Candados
El Puente de las Artes es uno de los puentes más conocidos de París, ¡y por una buena razón! Durante años fue famoso por los miles de candados que las parejas dejaban allí como símbolo de su amor eterno. ¿El problema? ¡El puente casi no lo soporta! De hecho, tuvieron que retirarlos porque la estructura no aguantaba el peso de tanto romance.
Aun así, sigue siendo un lugar icónico, y lo mejor es que es peatonal. Así que puedes cruzarlo caminando, disfrutando de unas vistas espectaculares del Sena y del Louvre. Aunque los candados ya no estén, el Puente de las Artes sigue manteniendo esa atmósfera romántica que atrae a turistas y locales por igual. Si buscas un sitio para hacer una parada rápida y tomar unas fotos dignas de postal, este es el lugar.
12 – Puente del Carrusel: Elegancia sobre el Sena
El Puente del Carrusel es uno de esos puentes que a veces pasa desapercibido, pero tiene su propio encanto. Este elegante puente conecta dos lugares muy importantes: el Museo del Louvre con el barrio de Saint-Germain-des-Prés. Es un puente de diseño sobrio, construido para reemplazar uno antiguo que no resistía las crecidas del río.
Lo curioso de este puente es que originalmente se llamaba “Pont du Louvre”, pero fue rebautizado debido a su proximidad con la plaza del Carrusel. ¿La mejor parte? Las vistas del río y de París, perfectas para un paseo relajado o para disfrutar de la ciudad desde otro ángulo.
13 – Museo del Louvre y Jardines de las Tullerías: Un paseo por el arte y la historia
El Museo del Louvre es una estructura fascinante que ha evolucionado significativamente a lo largo de los siglos. Originalmente construido como una fortaleza en el siglo XII por Felipe II para proteger la ciudad, el Louvre se transformó posteriormente en la residencia principal de los monarcas franceses desde el siglo XIV hasta que Luis XIV decidió trasladarse a Versalles en el siglo XVII. Durante la Revolución Francesa, en 1793, este histórico edificio se convirtió oficialmente en un museo, marcando el inicio de su legado como institución cultural.
Hoy en día, el Louvre es reconocido como el museo de arte más grande del mundo, abarcando una impresionante superficie de 72.735 metros cuadrados. Su colección masiva incluye más de 380.000 objetos, aunque solo una fracción de estos, aproximadamente 35.000, están en exhibición en un momento dado. La icónica pirámide de cristal, diseñada por I.M. Pei e inaugurada en 1989, se ha convertido en el símbolo moderno del museo, contrastando dramáticamente con la arquitectura clásica del edificio.
El Louvre no solo es famoso por albergar obras maestras como la Mona Lisa de Leonardo da Vinci, protegida por cristal blindado y vigilancia constante, sino también por su rica historia. Esta incluye eventos notables como el robo de la Mona Lisa en 1911 y la evacuación de sus tesoros durante la Segunda Guerra Mundial para protegerlos de la ocupación nazi. Estas historias, junto con leyendas sobre fantasmas como el de Jean l’Ecorcheur, añaden capas de misterio y fascinación a este extraordinario museo.
Pero antes de entrar, hay un pequeño truco para evitar las largas colas: la entrada principal, por la famosa pirámide de cristal, suele estar abarrotada. Si no quieres perder tiempo, lo mejor es entrar por la Galería del Carrusel, justo por debajo, donde las esperas suelen ser más cortas.
Otro tip de oro: ¡mejor compra tus entradas con antelación por la web! Si no, te tocará comprarlas en la entrada principal, y eso puede hacerte perder horas. Además, recuerda que los martes el museo está cerrado, así que planifica bien tu visita. Si tienes poco tiempo, puedes seguir un recorrido esencial en unas 3 horas. Eso sí, ¡a primera hora hay menos cola!
Cuando salgas, no te pierdas los Jardines de las Tullerías, que se extienden hasta la Plaza de la Concordia. Estos jardines son perfectos para relajarse después de una inmersión en el arte, con vistas espectaculares y una atmósfera relajante que te invita a disfrutar de un paseo tranquilo.
14 – Arco del triunfo del Carrusel
El Arco del Triunfo del Carrusel, situado en la Place du Carrousel en París, es un monumento histórico menos conocido que su homónimo más grande, pero igualmente fascinante. Construido entre 1806 y 1808 por orden de Napoleón Bonaparte, este arco conmemorativo fue diseñado por Charles Percier y Pierre Fontaine como una celebración de las victorias militares del emperador. Con una altura de 19 metros, es aproximadamente la mitad del tamaño del Arco del Triunfo. Su diseño se inspiró en el Arco de Constantino en Roma, reflejando el deseo de Napoleón de emular la grandeza del Imperio Romano. Originalmente, el arco estaba coronado por los famosos Caballos de San Marcos, traídos de Venecia como botín de guerra, pero estos fueron devueltos en 1815 tras la caída de Napoleón.
Su ubicación estratégica, entre el Louvre y el Jardín de las Tullerías, lo convierte en un punto focal del eje histórico de París, ofreciendo una vista espectacular que se extiende desde el Louvre hasta La Défense, pasando por los Campos Elíseos.
15 – Ópera Garnier y el Glamour del Hotel Ritz
La Ópera Garnier, también conocida como Palacio Garnier, es una joya arquitectónica del Segundo Imperio francés ubicada en el corazón de París. Inaugurada en 1875, fue diseñada por el joven arquitecto Charles Garnier como parte de la gran renovación de la ciudad impulsada por Napoleón III. Este opulento edificio, con su fachada ornamentada y su majestuoso interior, es un ejemplar sobresaliente del estilo neobarroco. Destaca por su gran escalera de mármol, sus lujosos foyers y, especialmente, por su famoso techo pintado por Marc Chagall en 1964. Con capacidad para 1.979 espectadores, la Ópera Garnier no solo es un importante centro cultural para la ópera y el ballet, sino también una atracción turística por derecho propio, inmortalizada en la literatura por «El Fantasma de la Ópera» de Gaston Leroux. Hoy en día, sigue siendo un símbolo del esplendor artístico y arquitectónico de París.
Y si hablamos de lujo, a pocos pasos se encuentra el famoso Hotel Ritz, donde se han alojado leyendas como Coco Chanel y Ernest Hemingway. Este lugar es sinónimo de elegancia parisina y es perfecto si te apetece un cóctel en un ambiente exclusivo, aunque solo sea para sentirte parte de la alta sociedad por un rato.
16 – Museo D’Orsay: De Estación a Tesoro del Arte
El Museo D’Orsay tiene una historia que lo hace tan impresionante como las obras que alberga. Antiguamente, fue una estación de tren que servía a todo París, pero como trenes ya no entraban, decidieron llenarlo de arte ¡y vaya si lo hicieron bien! Hoy es uno de los museos más importantes del mundo, con una impresionante colección de obras impresionistas y postimpresionistas.
Imagina entrar a este enorme espacio donde antes esperaban trenes, y ahora te encuentras con pinturas de Van Gogh, Monet y Renoir. Así que, si alguna vez te preguntas cómo convertir una estación de tren en una maravilla, aquí tienes la respuesta: ¡ponle arte!

17 – Puente de la Concordia: Un Puente con Historia
El Puente de la Concordia es mucho más que un simple cruce sobre el Sena; ¡es un trozo de historia! Fue construido con las piedras de la Bastilla tras su destrucción, así que, literalmente, estás cruzando sobre los restos de la Revolución Francesa. Es como un viaje en el tiempo sin máquina del tiempo incluida.
Este puente conecta la majestuosa Plaza de la Concordia con la Asamblea Nacional, y tiene unas vistas que quitan el aliento, sobre todo al atardecer. Así que, si cruzas este puente, no solo caminas por París, sino también sobre los escombros de una era que cambió el mundo. ¡Todo un lujo revolucionario!
18 – Plaza de la Concordia y los Campos Elíseos
Continuando nuestro recorrido, llegamos a uno de los espacios más emblemáticos de París: la Plaza de la Concordia. Este lugar, que hoy deslumbra con su elegancia, esconde un pasado turbulento que te dejará con la boca abierta.
Imagínate esto: estás parado en el mismo sitio donde, hace poco más de dos siglos, la guillotina no paraba de funcionar. Sí, has leído bien. Durante la Revolución Francesa, más de 1.000 personas perdieron aquí la cabeza, literalmente. Entre ellos, nada más y nada menos que la mismísima María Antonieta y su esposo, el rey Luis XVI. ¡Menudo cambio de fortuna para los que alguna vez fueron los más poderosos de Francia!
Pero no todo es oscuro en la historia de esta plaza. En el centro, como si quisiera desviar nuestra atención de ese pasado sangriento, se alza majestuoso un obelisco egipcio. Y no es cualquier obelisco, ¡tiene más de 3.000 años! Originario de la ciudad de Luxor, fue un regalo del virrey de Egipto. Imagina por un momento: este monumento ya era antiguo cuando los romanos apenas empezaban a construir su imperio. ¡Cuántas historias podría contar si pudiera hablar!
Desde la Plaza de la Concordia, tu mirada se verá inevitablemente atraída por la majestuosidad de los Campos Elíseos. Esta avenida, considerada por muchos como la más bella del mundo, te invita a seguir tu camino hacia el Arco del Triunfo.
A medida que avanzas por los Campos Elíseos, te encontrarás rodeado de tiendas de lujo (Dior, Saint Laurent, Louis Vuitton…), cafés de moda y turistas de todo el mundo. Es como si la avenida te susurrara: «Bienvenido al corazón del glamour parisino». Y no exagera. Aquí, el Paris de las películas cobra vida.
Consejo para el viajero curioso:
Si tienes tiempo, te recomiendo hacer una pausa en tu caminata para disfrutar de un café en una de las terrazas de los Campos Elíseos. Sí, probablemente será más caro que en otros lugares, pero ¿cuántas veces puedes presumir de haber tomado un café en la avenida más famosa del mundo? Además, es la excusa perfecta para practicar ese aire de sofisticación parisina que has estado ensayando frente al espejo. ¡Chin chin!
Recuerda, cada paso que das en este tramo está cargado de historia, glamour y un toque de revolución. ¡Disfruta del paseo y prepárate para lo que viene, porque el Arco del Triunfo te espera al final de esta magnífica avenida!
19 – Galerías Lafayette: Un festín para la vista y el espíritu parisino
Haciendo un pequeño desvío en nuestro recorrido, nos encontramos con un auténtico templo del shopping y la arquitectura: las Galerías Lafayette. Prepárate, porque estás a punto de entrar en un lugar que te hará sentir como si hubieras caído en el país de las maravillas… pero versión moda.
Nada más cruzar las puertas, levanta la mirada. ¿Ves esa cúpula? Sí, esa que parece sacada de un cuento de hadas art nouveau. Es tan impresionante que hasta el más duro de roer se queda boquiabierto. Los techos de este edificio son una obra maestra que te hará preguntarte si has entrado en unos grandes almacenes o en un palacio. Spoiler: es ambas cosas.
Pasear por sus pisos es como hacer un tour por la moda internacional. Desde perfumes que te harán sentir como una estrella de cine francés, hasta ropa que… bueno, que probablemente solo podrás mirar (a menos que hayas traído la tarjeta de crédito de un jeque árabe, claro).
Pero espera, que lo mejor está por llegar. Dirígete a los ascensores y sube hasta la azotea. Aquí es donde las Galerías Lafayette guardan su as bajo la manga: un bar con unas vistas que te dejarán sin aliento.
La joya de la corona: El bar de la azotea
Imagina esto: estás disfrutando de un cóctel (o un café, que estamos en París después todo) mientras ante ti se despliega un panorama de 360 grados de la Ciudad de la Luz. La Torre Eiffel, Montmartre, Notre Dame… toda la ciudad a tus pies. Es como si París quisiera posar para ti en una sola postal.
Mi consejo: intenta llegar justo antes del atardecer. Ver cómo la ciudad se tiñe de dorado y luego se enciende poco a poco es un espectáculo que no tiene precio. Bueno, el cóctel sí tiene precio, y no es barato, pero créeme, vale cada céntimo.
Un truco para el viajero avispado:
Si quieres disfrutar de las vistas sin gastar en bebidas, hay un secreto: En la azotea, justo al lado del bar hay una terraza-mirador pública. Sí, has leído bien, ¡pública y gratuita! Podrás hacer las mismas fotos de infarto sin tener que invertir en un gin-tonic de precio estratosférico. Aunque, entre tú y yo, tomarse algo en ese bar es una experiencia que merece la pena vivir al menos una vez en la vida.
Recuerda: las Galerías Lafayette no son solo un centro comercial, son una atracción en sí mismas. Así que tómate tu tiempo, disfruta del espectáculo y, quién sabe, tal vez te animes a llevarte un recuerdito de diseñador. Después de todo, ¿Qué es un viaje a París sin un poco de moda francesa?
20 – Arco del Triunfo: El coloso que corona los Campos Elíseos
Y por fin, después de nuestro paseo por los Campos Elíseos, llegamos al majestuoso Arco del Triunfo. Este monumento es como el tío presumido de París que no para de flexionar sus músculos históricos.
Imagínate a Napoleón, bajito pero con un ego del tamaño de Francia, ordenando en 1806: «Quiero un arco tan grande que se vea desde Marte». Y voilà, aquí lo tenemos, aunque el pequeño gran emperador nunca lo vio terminado, ya que se completó en 1836, mucho después de su caída..
Con sus impresionantes 50 metros de altura y 45 de ancho, este coloso neoclásico diseñado por Jean Chalgrin es el arco triunfal más grande del mundo. Sus fachadas están decoradas con relieves que cuentan las hazañas militares francesas, como un álbum de cromos de batallas épicas tallado en piedra.
Ahora bien, llegar hasta él es toda una aventura. ¿Ves esa rotonda caótica que rodea el Arco? Parece el set de una película de acción, ¿verdad? Tranquilo, no tendrás que jugarte la vida cruzándola. Hay un túnel subterráneo que te lleva directamente a la base del Arco. Es como el pasadizo secreto de un castillo, pero con más turistas y menos dragones.
La subida: un mini-maratón vertical
Una vez dentro, prepárate para el desafío: 284 escalones en una escalera de caracol. Sí, has leído bien. Mi consejo: si has desayunado croissants, este es el momento de quemar esas calorías. Y si no lo has hecho, bueno, te has ganado unos cuantos para después.
Pero créeme, cada gota de sudor vale la pena. En tu ascenso, harás una parada en una tienda (porque, seamos sinceros, ¿qué atracción turística estaría completa sin su tienda de souvenirs?) y un pequeño museo. Es el momento perfecto para recuperar el aliento mientras finges un profundo interés por la historia napoleónica.
La recompensa: una vista de París para quitar el hipo
Y entonces, llegas a la terraza. Prepara tu cámara y tus ojos porque estás a punto de ver una de las mejores panorámicas de París. Los Campos Elíseos se extienden majestuosamente ante ti, la Torre Eiffel se alza a lo lejos, y toda la ciudad parece un tablero de ajedrez gigante. Es el momento perfecto para jugar a ser un estratega militar y planear la conquista de… bueno, al menos de la siguiente cafetería.
Un momento de reflexión: la Tumba del Soldado Desconocido
Antes de irte, no olvides visitar la base del Arco. Allí encontrarás la Tumba del Soldado Desconocido, con su llama eterna. Es un recordatorio solemne de que, detrás de todas las victorias y los monumentos grandiosos, hay historias de personas reales.
En resumen, el Arco del Triunfo es como el postre perfecto para tu paseo por los Campos Elíseos: imponente, un poco exagerado, pero absolutamente delicioso. Y recuerda, si después de subir todos esos escalones sientes que has conquistado París, bueno, eso es exactamente lo que Napoleón quería que sintieras.
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¡Y así concluye la segunda parte de nuestra ruta por París! En esta sección hemos explorado algunos de los lugares más emblemáticos, desde el Louvre hasta el Arco del Triunfo. Pero no te preocupes, aún queda mucho más por descubrir.
En la tercera y última parte de nuestro recorrido, te llevaremos a través de más joyas arquitectónicas y monumentos que no te puedes perder. ¡Nos vemos en la última etapa del tour parisino!
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